
En la
segunda parte le toco el turno a un joven hablar con la misma cita bíblica, el
Salmo 22. Luego de la exposición del joven, todos en el auditorio lloraban. El primer
conferencista extrañado de las reacciones tan distintas ante las dos
conferencias, pregunto a alguien a su lado: ¿Por qué cuando termine mi charla,
todos se pusieron a aplaudir, pero cuando termino el joven, todos lloraban? El otro
le respondió: “Es que usted hablo muy
bien del Salmo del Pastor, pero el joven ¡nos hablo del Pastor del Salmo!”.
Tomado de la reflexión de Rayo de Luz 12/11/14
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