Cuando te sientes down, con ganas de llorar, o
con ese sentimiento de melancolía no hay mejor remedio que la familia. Hablar
con tu gente hace que olvides esos momentos y que recargues pilas para seguir.
Es como si al teléfono le saliera un brazo para
abrazarte o una boca para besarte. De verdad que no hay mejor remedio para el
dolor, que sentir a los tuyos cerca, que
te hablen, que te hagan reír, que se
desahoguen y que te pongan al día con sus cosas y de los temas del momento.