El pino de Navidad eres tú,
cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida.
Los adornos de Navidad eres
tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida.
La campana de Navidad eres tú,
cuando llamas, congregas y buscas unir.
Eres también luz de Navidad,
cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia,
alegría y la generosidad.
Los ángeles de Navidad eres
tú, cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor.
La estrella de Navidad eres
tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor.
Eres también los reyes Magos,
cuando das lo mejor que tienes sin importar a quien.
La música de Navidad eres tú
cuando conquistas la armonía dentro de ti.
El regalo de Navidad eres tú,
cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano.
La tarjeta de Navidad eres tú,
cuando la bondad está escrita en tus manos.
La felicitación de Navidad
eres tú, cuando perdonas y re estableces la paz, aun cuando sufras. La cena de
Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu
lado.
Tú eres, sí, la noche de
Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al
Salvador del mundo sin ruidos ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa de
confianza y de ternura, en la contemplación interior de una Navidad perenne que
establece el Reino dentro de ti.
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