Un día por la
mañana al salir del bus para llegar a la oficina sentí un olor. De esos olores
que te transportan a la hora y el lugar que lo percibiste por primera vez, que
te ayudan a revivir momentos y especialmente a recordar personas. Aclaro, no
era un olor a jogra! De esos no quiero ni pensar cuando fue la primera vez que
mi nariz lo percibió.
El olfato es el
sentido más sensible y es el encargado de detectar y procesar los olores. La
nariz humana tiene la capacidad de distinguir más de 10,000 aromas diferentes.
Lo especial de todo, es que podemos distinguir tantos aromas distintos y al mismo tiempo recordar cosas. ¡Que perfección!
El olorcito
mañanero que distinguí fue el olor a grama cuando la están cortando. Es tan
característico y peculiar, que con tan solo sentirlo hice un flashback a mis
11-12 años donde guela Yolanda. Esos días de verano o fines de semanas que me
quedaba en su casa y que coincidía que Francisco iba a limpiar el patio.
¿Qué será de
Francisco ahora? Ese señor cojo que siempre limpiaba el patio de guela, era
como uno más de la familia. Tenía años haciéndolo y siempre tenía una respuesta
para mis curiosidades.
Recordé esos días
que pasaba tan bien con Guela y hasta los ojos se me aguaron… como pasa el
tiempo, y como cambian las cosas… de verdad me impresionó como un día
cualquiera mi nariz me hizo vivir de nuevo un día de aquellos. Fue como si una
bolita mágica me hubiera tele transportado. Qué maravilla tener una nariz que
aunque a veces se congestione, puede ayudarte a recordar con amor momentos
especiales de la vida. J
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