Pasó la noche
entera lloviendo, cuando abrí los ojos tenia cero ganas de levantarme de la
cama, pero lamentablemente había que hacerlo. Afuera estaba todo negro y mojado.
Tomé mi sombrilla y
me puse mis botas de agua (aclaro que no son aquellas de astronauta que me
compré cuando llegué, ahora tengo unas muy lindas que pasan por botas
normales). Salí a la calle y por suerte no hacia tanta brisa ni tanto frio como
suele hacer en un día tan húmedo. Lo raro era que todo estaba súper sucio, las
calles, aceras, los carros… todo.
A diferencia de
Dominicana que llueve todo el año y que cae un diluvio en pocas horas… una
lluvia fuerte de aquí es pasar el día entero lloviznando… no para, de gotica a
gotica se llena todo!
Pues en la noche,
no solo llovió agua sino que también había arena que de paso ensuciaba todo. Y
ese “fenómeno” se debe a que los vientos del desierto del Sahara levantan polvo
y al ser muy fino, toma cierta altura en la atmosfera. Esa nube de polvo se
unió con la nube que traía lluvia a Cataluña… ensuciando todo lo que tenía a su
paso.
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