Hacía casi
dos años que no dormía junto a guela Yolanda. La última vez que estuve en
Santo Domingo, ella ya estaba delicada de salud pero aun me reconocía y podía hablar
con ella. Esta vez, con el dolor de mi alma, guela no me reconocía. Aunque en
varios momentos, que estuve con ella me dio entender que sabía quien era yo.
Mi viejita
esta enfermita, solo quiere estar acostadita, ya no habla y cuando lo hace es
para quejarse, llamar a alguien por algo o para decir incoherencias. Es muy
duro de verdad, verla de esa manera. Mas sabiendo, lo enérgica y fuerte que
era. Pero es ley de vida, todos vamos para allá… la vejez no perdona y se
vuelve a ser como niños. Creo que tiene su lógica, Jesús dijo que para ganar el
reino de Dios, hay que volver a ser como un niño, la vejez te vuelve niño, de
esa forma aseguras tu puestecito en el cielo.
El fin de
semana que regresaba a Barcelona, guela estuvo en casa, y como siempre cuando
esta allá, duerme en mi camita. Por la mañana bien temprano, abrió los ojos,
intentando identificar donde estaba. Yo le hablaba y se reía, le daba besitos y
se ponía más contenta. Uff, que alegría me dio en el corazón al verla así, me
hablaba pero no sé que me quería decir. Solo podía decirle que si, y darle más
besitos. Fue un momento especial, de esos que te hacen revivir buenos momentos
y darte cuenta que no todo es eterno, y que vale la pena, potenciar al máximo momentos
como el que estás viviendo en ese mismo instante.
Te amo
guela!
Mi prima linda que hermoso encontrarme de nuevo con tus bellas palabras. Me encanto este post...los abuelitos son una gran parte del corazon. Miss you! Me encanta que puedo conectarme mas virtualmente contigo por aqui. Xoxo, Lulas!
ResponderEliminar