La vida del peatón, aquella
persona que por causas ajenas a su voluntad no puede trasladarse en un vehículo
propio y debe hacer uso del transporte público de su país, es un poco
traumática. Ya que depende de rutas pre-establecidas, horarios sin flexibilidad
que en ocasiones aun llegando temprano a la parada de todas formas lo pierdes,
estar de pie todo el recorrido y tener la “gran dicha” de sentarte al lado de
una persona con olores desagradables y hasta incluso ser parte del bullicio de
música que escucha.
En Santo Domingo, usé poco el
“maravilloso y organizado” sistema de transporte que tenemos, hasta en
motoconcho me monté aunque muchas personas no
me creen… ¿Por qué será? Bueno, tenía un carrito que aunque no me gustaba
mucho, me llevaba a todos los lados. En ocasiones me dejó en algunos lugares y
papi tuvo que ir en mi auxilio, pero sin contar esos casos me movía a donde yo
quería… increíblemente anduvo todo el Sur como un jeep 4x4 y hasta a Hoyo de
Pelempito llegó (Que súper maquina, eh?).
En Barcelona, hago uso intensivo del transporte público (Metro, bus, tram,
ferrocarriles, etc). Soy una peatona 1A, por lo menos aquí cuando uno va a
cruzar la calle los vehículos se detienen y te dan paso… el peatón tiene
preferencia (Igualito que en Santo Domingo… jejeje si claro). Con todo y lo
organizados que son, he tenido ciertos inconvenientes con los horarios de
buses… a veces llego antes a la parada y ya han pasado y el siguiente llega más
tarde de lo normal, y que decir como frecuentemente me pasa, que voy caminando
y de repente veo de lejos el bus y tengo que salir corriendo como toda una
atleta para poder alcanzarlo….
A veces logro alcanzarlo o el chofer se apiada de mí y me espera, pero
muchas otras veces como esta mañana, por más que corra pierdo el bus en mis
propias narices… en ese momento solo llega a mi mente esa frase tan usada y
encarnada por los peatones de Santo Domingo “El peatón no es gente”.
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