El viernes fue un día de relax. Al
fin le pusimos fecha a una sesión de spa que Iñaki nos había regalado a Conny
y a mí, hace unos meses por haber
terminado bien la uni.
Fuimos al SPA HAMMAN Rituales Orientales
inspirado en la tradición de tratamiento y masajes de oriente. Se iniciaba con
el Hamman que es un baño turco tradicional con la modalidad de baño de vapor para
limpiar el cuerpo y relajarse.
El proceso de tomar un baño turco es
una variante húmeda de una sauna, pero está más relacionado con las
prácticas de baño de los romanos. Tomar un baño turco primero exige la
relajación en un cuarto (conocido como cuarto tibio) calentado con un flujo continuo de aire caliente que
permite que el bañista respire libremente. Luego, pasan a un cuarto aún más
caliente (conocido como cuarto caliente) antes de sumergirse en una piscina fría. Después de hacerse
un lavado completo de cuerpo y recibir un masaje; finalmente se retiran al cuarto
de enfriamiento para un período
de relajación.
Así lo hicimos… salimos de ahí súper
relajadas y olorosas después de un rico masaje con aceites aromáticos y
naturales. No quería ni moverme mucho para que no se me fuera la tranquilidad
que tenia. Este finde me tocaba limpiar y lo deje para el domingo para seguir
con esa sintonía.
Mi cuerpo estaba relajadito y me
puse a pensar lo bien que se siente mimar al cuerpo de vez en cuando. Uno lo necesita,
uno se afana por tantas cosas diariamente y descuida el descanso. El cuerpo
simplemente lo nota y te lo reclama.
Esta mañana mientras estaba en misa pensé
que así mismo como mi cuerpo necesita de esas delicias, mi alma también las
necesita e hice una revisión rápidamente. Mi alma esta así de descansada y
feliz cada vez que salgo del Santísimo los domingos. Es como si recargara las
pilas, se mantiene activa, limpia y olorosa. Preparada para todo lo que venga
durante la semana.
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