Esta mañana nos dieron la noticia que Papá
Pichi había fallecido. En enero cumplió 96 años… que viejito estaba! Ojala
lleguemos a esa edad.
Me llenó de tristeza porque lo recuerdo como un
viejito alegre y conversador. Cuando íbamos cada año toda la familia a Bani
para celebrarle su cumpleaños, se ponía súper contento. Mireya cocinaba para
todos y las tías se encargaban de llevar el bizcocho, los refrescos y las
vejigas para amenizar el lugar. A veces se veía hasta más durito que Güela Yolanda y en algunos momentos hasta más lucido.
Se nota que la vida en el campo es más pura y llevadera.
Lamentablemente este año no fue como los años
anteriores, aunque no estaba presente, las fotos reflejaban la triste realidad
que aquel viejito alegre y conversador ya estaba cada vez más cansado y ni
siquiera quería levantarse de la cama.
Quiero mantener la imagen en mi mente de los
lindos recuerdos que vivíamos cada enero en esa casita que nos hacia tan
felices desde pequeños.
Bisabuelo, espero que hayas alzado el vuelo
hasta el cielo, que estés descansando y que desde allí levantes tus alas para
protegernos cada dia. Gracias por tu amor y carino.
¡QUIZÁ SEA AHORA!
Algún día,
cualquier día,
doblarás otra vez
el recodo del camino;
te veré acercarte,
ligero el paso,
con el corazón en
vilo;
oiré tu voz
llamándome,
veré tus ojos
mirándome,
sentiré tus brazos
abrazándome;
y sabré que tu
amor es más fuerte
que mis dudas,
cansancios y necedades.
Algún día,
cualquier día...
¡quizá sea ahora!
Libro:
Al viento del Espíritu de Florentinto
Ulibarri
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