Un día como el jueves pasado (día de la
Inmaculada Concepción), María se enteró que iba a recaer sobre ella una gran
responsabilidad: ser madre de Jesús, salvador y redentor del mundo. Uff!
Que grandeza y privilegio...
Y ella, una muchachita sencilla e inocente solo contestó: "Hágase en mi según su voluntad"... No escatimó en dudar, en pensar ¿Qué pasaría con José que era su prometido, donde y como iba a criar a este niño, que si tendría trabajo, donde iba a vivir o como comería? [Que coincidencia, casi todas las preguntas que se mantienen en nuestra mente a diario].
Wao, un ejemplo de entrega y confianza total. Se olvidó de ella misma, del mismo José, de sus padres y de su familia... Simplemente se abandonó a lo que Dios quería...
Recordó que para Dios no hay nada imposible. El todo lo puede... No hay nada tan grande que él no puede hacer, si está en su plan de amor nos conviene, ni nada tan pequeño que no necesitemos pedirle.
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