viernes, 4 de noviembre de 2011

El poder de la oración… y más si está acompañado de un Rosario



Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Mateo 7:7-11

Desde hace unos días mi querida roomate Conny está teniendo problemas para dormir. Simplemente no está conciliando el sueño, pasa la noche prácticamente en vela y cuando logra dormirse ya casi esta amaneciendo. Ya puedes imaginarte lo desesperante que es ver pasar cada hora en tu reloj, pensando en todo, en todos y no lograr descansar… al otro día te levantas con los ojos hinchados y con las pilas por el suelo. Es duro, no se lo desearía a nadie…

Ese día ella no aguantó más y vino a mi cuartico desesperada, empezamos hablar y a desahogarnos… ella me decía que no sabía que iba hacer, que la situación ya la estaba preocupando… y que decirles, hasta mi! El asunto es que me pasó por la mente orarle, pero me asusté proponérselo porque no sé como ella iba a reaccionar… y si no pasaba nada o simplemente ella pensaba que su mejoría provenía de mí… así que le propuse algo mejor, rezar el Rosario. María nunca nos abandona y realmente siempre esta orando incesantemente por las necesidades de sus hijos.

Por Dioscidencia de la vida traje 2 rosarios largos y tenía 2 libritos con los misterios. Uno para ella y otro para mí. Invocamos el Espíritu Santo para que nos acompañara, presentamos nuestras peticiones e hicimos el rezo acostumbrado. Mientras rezábamos recordé las noches en las que hacía lo mismo con Margaret y Eugenio… más de una hora al teléfono intercediendo por nuestras necesidades, nuestros grupos,  el mundo, y hasta por Michael Jackson y Britney Spears en su momento. Qué maravilla es poder dedicarle un momentico a Dios en el día y sobre todo regalarle una corona de rosas todas las noches a nuestra madre linda.

Al terminar, Conny se veía más tranquila… de verdad que reflejaba una paz en su rostro. Salió muy distinta a como entró. Al día siguiente, desde que se despertó, vino emocionada a decirme como se había sentido y que esa noche la había pasado más tranquila, que a pesar de que no pudo dormir, estaba más confiada y sentía que alguien le pasaba la mano por la cabeza.

Qué grandes son Dios, Jesús y María… que siempre están donde tienen que estar. Desde ese día, cuento con una hermanita para hacer el Rosario todas las noches. 


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