Tengo la costumbre de pasar por el Santísimo
cada vez que termina la misa… para reportarme, tu sabes… que El sepa que no
puedo vivir sin su presencia y agradecerle por el regalo de tenerlo en mi corazón.
Cuando Amoi (Eduardo, mi ahijadito) me acompañaba
a misa, al terminar le decía vamos a orar un poquito en el Santísimo y muy
gustoso aceptaba. Al venir para España, me quede un poco preocupada de quien
iba a seguir sembrando en él, la semillita de Jesús. Yo se que mami, Rafael y
sus padres se iban a encargar al respecto.
Como a 2 semanas de estar aquí tío Jesús me escribió
para contarme que Eduardo al terminar la misa le había pedido ir al Santísimo, entró, se arrodilló y oró a su forma…
ese día no pude contener mis lágrimas de la felicidad, al saber que algo bueno
estaba naciendo en mi niño.
Hoy, hable por teléfono con mi Amoi para
actualizarnos y me contó que el domingo fue al Santísimo y cuando
le pregunté que por qué cosa había orado me
dijo: Nina, adivina… y yo, es que no se, dime…. Pero adivina Nina… hasta que finalmente
me dijo: Yo oré para que vuelvas pronto.
No pude seguir hablando, empecé a llorar y a extrañarlo con más fuerzas. Cuando
tía Tata tomó el teléfono me comentó que él le había dicho en la tarde que había orado en el Santísimo por mí
para que yo volviera pronto y cuando ella le preguntó que para que él
quería que yo volviera, le dijo: ¡Para
darle muchos besitos!
Momentos como estos son los que te acercan más
a Dios y a no dejar de amar a las personas que significan tanto en tu vida.
Eduardo solo tiene 4 años y sus lindas
palabras siempre me desbordan el alma.
“Dejen que los niños vengan
a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como
ellos. En verdad les digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no
entrara en él.” Mc 10, 14-15
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