Que bendición ha sido poder
colaborar en el Curso Felipe que se llevó a cabo en
Madrid. Agradezco mucho a Dios por poner en el corazón de Carlos Cabrera el
invitarme, pero es más grande el gozo en mí por el hecho de saber que sin
planificarlo todos los que servimos este fin de semana éramos dominicanos.
Unos con 6 meses de estar en España
para hacer maestría, otros residiendo allá hace mas de 5 años y otros con apenas 3 meses. Qué
alegría saber que somos muchos los que estamos dispuestos a entregarnos por el Señor
y compartir de ese amor que día a día nos
renueva.
Saber que hay tantas personas con
sed de Cristo, especialmente en este país, y es tan irónico que hace mas de 400
años fuimos evangelizados por ellos y ahora mismo hay poquísimos rastros de
lo que proclamaban en aquellos tiempos.
Gracias Dios porque una vez más
superaste mis expectativas en cantidad y en calidad. Sobre todo gracias, porque
este fin de semana vi el reflejo tuyo a través del Padre Miguel, que aun siendo
sacerdote estuvo haciendo el Curso como uno más de los jóvenes, y por
recordarme que no importa cuánto haga o recorra en esta vida siempre seremos herramientas ineptas esperando a ser pulidas y
perfeccionadas por ti.
Y concluyo citando a Ronald Romero:
“La verdad es que cuando tienes el
deseo de servir a Dios no importa donde vayas, siempre habrá una oportunidad de
hacerlo”
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