El fin de semana pasado me fui de colonias con los
niños de la catequesis. Aquí las colonias son como los campamentos de verano que
se preparan en Santo Domingo. Esta duraría 10 días y se eligió como tema
central “El bosque encantado” para la animación, juegos y actividades a
desarrollar. Claro, siempre pensando en actividades basadas en fomentar
valores, el sentido humano, compartir y disfrutar sanamente teniendo a Jesús
como centro. Los preparativos iniciaron desde febrero, prácticamente 5 meses de
mucho trabajo y ya es una realidad…
La plegaria del sábado por la mañana fue
genial. Hicimos un mega circulo (eran 62 niños mas catequistas) en el patio y
la dinámica a desarrollar era usando piedras. Cada niño tenia que tomar una
piedra en sus manos, mientras se hacia una reflexión sobre el valor y uso de
las piedras en la naturaleza. Luego se contextualizo que en el mundo hay
piedras que se utilizan para construir cosas buenas, nosotros somos esas
piedras y debíamos concluir la dinámica levantándonos al centro y decir “Yo quiero ser una piedra que”… unos contestaron que sea solidaria, que
regale amor, que haga muchos amigos, que sea sincera, etc. Fueron impresionantes las cosas que decían,
palabras sencillas y sinceras, desde lo más profundo de sus corazoncitos.
Llegó el turno de Gustavo, un pequeñín de
tan solo 6 años, se puso de pie con su piedrecita en la mano y justo antes de
llegar al centro dijo con vocecita casi llorando “Yo no sé qué piedra soy…” y
con una carita triste se devolvió a su lugar y bajó la cabeza… fue
un momento intenso, simplemente me robó el corazón. Que inocencia, cuanta
pureza de alma… de verdad que los niños son una muestra fiel de la presencia
del reino de Dios en la Tierra.
Cuantas ocurrencias, cuanta sabiduría, amor
puro y bueno, muestras de cariño, abrazos, besos, sonrisas, dienticos afuera… ¡Uff
caras de felicidad! Haciendo momentos grandes con pequeñas cosas. ¡Eso es
vivir! J
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