lunes, 17 de octubre de 2011

Quiero ser rica...


Fácilmente llegamos a pensar que nuestro destino en la vida es echar cálculos y almacenar cosas para ver si logramos darnos una “buena vida”. Lo paradójico es que el ser humano gasta mucho de su tiempo, energía y esfuerzo en “ganarse la vida”, y al final descubre tristemente que la perdió, en cosas que no daban sentido ni plenitud a la existencia. Muchos sacrifican su salud, el tiempo con su familia, su matrimonio, sus amigos, por un trabajo absorbente que en vez de mejorar su vida, le va robando las cosas verdaderamente esenciales.

En el libro “El Canto del Pájaro”, Anthony de Mello nos relata la siguiente historia: “El rico industrial del Norte se horrorizo cuando vio a un pescador del sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa. ¿Por qué no has salido a pescar?, le pregunto el industrial. Porque ya he pescado bastante por hoy, respondió el pescador. ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? Insistió el industrial. ¿Y qué iba hacer con ello?, pregunto a su vez el pescador. Ganarías más dinero, fue la respuesta. De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas… y hasta una verdadera flota. Entonces serás rico, ¡como yo! ¿Y qué haría entonces?, pregunto de nuevo el pescador. Podrías sentarte y disfrutar de la vida, respondió el industrial. ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? Respondió satisfecho el pescador”.

 
A veces nos afanamos por almacenar “cosas” para el futuro, porque creemos que eso nos dará seguridad y podremos entonces disfrutar de la vida. En la parábola de hoy (Lucas 12, 13-21), Jesús nos dice que la “buena vida” no está en lo mucho que tengamos, ni en los bienes que hayamos acumulado. No está en los talentos que hayamos desarrollado, ni en las seguridades que nos hayamos fabricado. La buena vida es ser ricos ante Dios. Rico en bondad, en generosidad, en caridad, en solidaridad, en entrega y en servicio a los demás. Y lo mejor de todo es que podemos ser ricos en este preciso momento.

(Tomado de la reflexión de Rayo de Luz – 17.10.11)


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